Chipre, la tercera economía más pequeña de la Eurozona, ha elegido este domingo en las urnas mucho más que un presidente para los próximos cuatro años; ha escogido también una de las dos opciones posibles para afrontar el previsible colapso de su economía: o recurrir a un rescate como los de Grecia, Portugal o Irlanda, o plantar cara a Bruselas. Según los resultados definitivos, ha ganado la primera opción, encarnada en la figura del conservador Nikos Anastasiadis, con el 57,4 % de los votos, frente al independiente apoyado por los comunistas Stavros Malás, contrario a muchas exigencias de la troika, que ha obtenido 42,5% de los sufragios.
Nada más conocer la victoria, el portavoz de Anastasiadis, Tasos Mitsópulos, anunció que el presidente electo formará un Gobierno de salvación nacional para restablecer la confianza, tanto económica como política, en Chipre. El líder del partido comunista (AKEL, en sus siglas griegas), Andros Kyprianu, rechazó de plano un Gobierno de coalición como el propuesto por el vencedor de los comicios. Malás, por su parte, se limitó a felicitar al presidente electo, al que prometió apoyar en "las políticas que vayan dirigidas al bien de la patria".