/Konstantin Garibov
La Voz de Rusia dispone de una entrevista exclusiva concedida por el excombatiente del opositor del Ejército Libre Sirio (ELS), Yusef Naami, al pasarse, hace poco, al bando del gobierno.
Yusef Naami tiene veintisiete años. Combatió contra las autoridades legítimas en Hama, donde el Ejército Libre Sirio se siente totalmente a sus anchas. Dice que se unió a la oposición intransigente por inocencia:
—Entre los muchachos de mi barrio era conocido un tal jeque Ayman al Jalid que conversaba con nosotros y nos decía que debíamos trabajar para el bien de la Patria, en aras de la fe, y que teníamos asignada una importante misión. Supuestamente, teníamos que luchar contra los pecadores que estaban en el poder, y cosas por el estilo. Ahora entiendo que se trataba de un puro lavado de cerebro. A raíz de estas pláticas, se nos ocurrió que teníamos que mostrar de alguna manera nuestro descontento, participar en los mítines, decirle a todo el mundo que no necesitábamos un poder así y que había que salvar al país. Así pensábamos y éramos sinceros en nuestra convicción.
Pasó cierto tiempo antes de que Yusef Naami y sus amigos recibieran armas. En un principio, no hacían más que participar en los mítines. Se les dijo que, si lo hacían, se les entregarían fusiles para combatir contra las unidades del gobierno. Supuestamente, las fuerzas de seguridad tenían la autorización del régimen para matar a ciudadanos sencillos y había que pagarles con la misma moneda. La propaganda ideológica duró más de una semana. Los tutores trataron de convencer a los jóvenes de que era indispensable combatir al régimen. El que más insistía en ello era el mismo jaque Ayman. Aparte de la recompensa moral, se les prometió dinero.
A través del jeque Ayman conocieron a un hombre que se comprometió a pagarles dos mil liras, o sea un poco más de treinta dólares, a cada uno por participar en un mitin. En realidad, pagó apenas unas quinientas liras, o sea ocho dólares. En algunos casos no pagó nada, diciendo que pagaría más tarde. Eso no les gustaba a los jóvenes y, entonces, los compraron por segunda vez, diciendo que recibirían dinero real, y en cantidades mucho mayores, si comenzaban a disparar contra militares y policías.
Los enviaron a un campo de entrenamiento. Al terminar el curso, participaron en combates contra el ejército y secuestros de civiles, presuntos colaboradores del régimen. Tuvieron que matar. La muerte de una persona costaba diez mil liras, o sea unos ciento sesenta dólares. Pero en realidad se les pagó una décima parte de este monto y en los más de los casos, nada en absoluto. ¿Por qué Yusef Naami decidió romper con su pasado de combatiente de la oposición?
—En una acción, los soldados del régimen capturaron a un amigo mío. Tenía mi número de teléfono grabado en su celular. Pocos días después me llamó un hombre, no me acuerdo su nombre, y me dijo que él era de la Unión de Juventudes Sirias y que quiería hablar conmigo. Me decía: ¿Por qué hacen esto ustedes que son tan jóvenes y les toca construir el futuro de este país? Y así sucesivamente. Varias veces le corté la llamada. Pero insistieron en llamarme hablando con paciencia y respeto.
Una vez hablamos y acordamos vernos cerca de Hama. Fui sólo, porque temía que alguien se enterara. Allí encontré a varios muchachos de la Unión de Juventudes Sirias y a su presidente Mohamed al Deri. Conversamos largo rato, haciéndonos un montón de preguntas, intercambiando opiniones. Finalmente, perdí las ganas de combatir por la oposición. Volví a Hama, hablé con mis compañeros. Acordamos huir juntos y rendirnos al gobierno. Hicimos los preparativos necesarios y nos fugamos.
Esta vez los jóvenes no se vieron engañados. Entregaron sus armas y el propio Mohamed al Deri intercedió para que los perdonaran y no llevaran a juicio. Actuó como garante de su seguridad. Los jóvenes confiaron en que iban a ser perdonados en caso de arrepentirse y rendir voluntariamente las armas, tal y como había prometido el presidente Bashar Asad. Veinticuatro horas después de la rendición los tacharon de las listas negras de enemigos del gobierno.
Yusef Naami confiesa que se siente como si volviera a nacer. Está pasando un tratamiento médico contra la drogadicción. Comenzó a consumir estupefacientes en las filas de la oposición intransigente. Tiene empleo que le fue concedido por las autoridades locales, lo que era parte del trato. Trabaja para una compañía proveedora de agua. La firma en el trato con el suministro de agua. Varios de sus compañeros también tienen empleos decentes. Yusef Naami reconoce que estaba profundamente equivocado.
Trostkismo nunca más!
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