/Efe-Pravda Estado español
En Malí, François Hollande ha entrado en una guerra en la que están en juego grandes objetivos estratégicos y económicos para el imperialismo francés, que cuenta con el apoyo diplomático de la ONU, EE. UU. -en este caso también militar a pequeña escala-, la UE y Rusia, pero parece imposible ganar por las armas. Un conflicto en el que entran nuevas amenazas de inmenso calado para la industria nuclear, dependiente de las importaciones de una región que se ha convertido en un nuevo polvorín mundial.
El presidente Hollande decidió intervenir militarmente el pasado viernes ante el riesgo de que los grupos yihadistas se aproximasen peligrosamente a Mopti, ciudad que les abriría las puertas de Bamako, la capital de Malí, donde reside una importante colonia francesa.
La intervención de las unidades del arma aérea estacionadas en Chad permitió causar bajas importantes, y frenó expeditivamente el inquietante avance de las tropas irregulares que ya controlan todo el norte de Malí. En esta zona los rebeldes se han hecho fuertes y han creado el no reconocido Estado Islamista de Azawad, cuyas imprecisas fronteras se confunden con el norte de Malí y el oeste de Níger, donde la industria nuclear francesa tiene importantes intereses estratégicos. Con tropas desplegadas además en Bamako, París espera ofrecer garantías de seguridad a la comunidad gala en Malí, a la que se recomienda regresar a Francia «cuando su presencia no sea totalmente indispensable».
Comandante en jefe de los Ejércitos, François Hollande ha comenzado por recurrir a la aviación para intentar imponer su ley a los grupos yihadistas. El presidente ya se felicita de sus primeros éxitos militares: «Hemos frenado el avance de los terroristas e infringido fuertes bajas a los enemigos». Sin embargo, la reconquista de todo el norte de Malí, en manos de los islamistas radicales, es sencillamente imposible con meros bombardeos. El exterminio total de esos grupos parece igualmente descartado. De ahí los riesgos incendiarios de la intervención francesa: no tiene un objetivo estratégico claro, no es posible imaginar cuándo puede terminar, y agrava todas las amenazas que ya pesaban sobre los intereses nucleares de Francia en Níger, un Estado fronterizo, donde los grupúsculos islamistas bien instalados en todo el norte de Malí pueden hacer incursiones con relativa facilidad.
Al intervenir militarmente en Malí, Francia se enfrenta a una nebulosa de organizaciones terroristas como Al Qaida del Magreb Islámico (AQMI), el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (Mujao) y Ansar Dine (Defensores de la fe). Algunas de sus facciones se disputan el control de un fantasmal estado islámico de Azawad. Tras la guerra de Libia, parte del gigantesco arsenal acumulado por el coronel Gadafi pasó a manos de algunas de las facciones de esos grupúsculos, para sorpresa de los militares franceses, que no obstante no podían desconocer ese inquietante riesgo.
La respuesta rebelde al unísono ha sido: «Nosotros no tenemos aviones, y Francia es muy poderosa militarmente. Pero tenemos fe en Dios. Y esa fe nos hace invencibles». Dicho de otro modo: Francia se ha embarcado en una guerra irregular contra unos grupúsculos islamistas radicales cuya fortaleza puede escapar a los bombardeos estratégicos más tradicionales. La experiencia histórica de Afganistán no invita a un ningún optimismo.
Triplican los efectivos
“Habrá una gradual acumulación (en el número de tropas francesas en Malí) hasta una cifra de 2.500”, ha informado este martes una fuente cercana al ministro galo de Defensa, Drian Jean-Yves Le. Estas declaraciones han tenido lugar después de que el presidente francés, François Hollande, anunciara que actualmente se encuentran unos 750 soldados en el país de África Occidental.
La noticia de este reforzamiento militar ha sido ratificada por el mandatario galo, que se encuentra de visita en una base militar francesa en Emiratos Árabes Unidos.
Fracaso en Somalia
Los mismos grupúsculos han recordado que los intereses franceses están desde ahora amenazados en todos los países árabes. Hollande ha reforzado la seguridad interior de Francia.
El trágico fracaso el sábado del intento de liberación del agente de los servicios de seguridad franceses, secuestrado en Somalia se debió a que los terroristas que lo mantenían fueron avisados previamente de la llegada de los agentes especiales galos, informa AFP. Medio centenar de ellos aterrizó con cinco helicópteros, pero a tres kilómetros del lugar del cautiverio donde los vecinos alertaron de su llegada. En la refriega murieron ocho civiles. Hay dudas sobre si el secuestrado sigue vivo.
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