jueves, 11 de agosto de 2011

A 66 años de la República Popular de Corea

Al preguntar sobre la República Popular de Corea a cualquier europeo, americano o japonés siempre obtengo como respuesta un movimiento negativo con la cabeza o un repetitivo "ni idea", siendo ambas respuestas acompañadas con algún comentario confundiendo a la RPC con la actual RDPC (República Democrática Popular de Corea, más conocida como "Corea del Norte").

En realidad, el desconocimiento de la existencia de la República Popular de Corea no es tan sorprendente si tenemos en cuenta que ésta ha sido sistemáticamente borrada de la mayor parte de libros de historia y que jamás es mencionada en documentales, reportajes o notícias de ningún tipo en los medios de comunicación capitalistas. En Corea del Sur incluso el hecho de atreverse a hablar de ella puede acarrear problemas legales, en virtud de la tristemente vigente Ley de Seguridad Nacional, que mantiene bien custodiados entre rejas a los disidentes surcoreanos que se atreven a cuestionar la peculiar versión que han montado las autoridades surcoreanas con el apoyo de los EEUU sobre la historia de Corea y el actual estado de las cosas en la vecina Corea del Norte.

La República Popular de Corea fue un régimen legalmente vigente entre Agosto y Septiembre de 1945, aunque realmente lo más correcto sería decir que existió hasta Febrero de 1946, puesto que actuó varios meses en la clandestinidad tras ser destruido por los Estados Unidos.

¡Pero vayamos por pasos! La historia de Corea es sumamente compleja y debe ser estudiada con claridad o, de lo contrario, hay riesgo de que nos hagamos un lío bastante gordo.


Los japoneses entran en Corea en el año 1905 en busca de mano de obra barata y recursos naturales abundantes. Y consiguen ambas cosas. Durante cuarenta años, explotan a los coreanos hasta límites inimaginables y roban sus recursos naturales para alimentar a la entonces creciente industria nipona.

Pero pronto surge la resistencia ante el invasor: en 1932 se forma la Guerrilla Popular Antijaponesa, que más tarde daría lugar al Ejército Revolucionario Popular de Corea. Éste, dirigido por Kim il-Sung, resistió heróicamente a la invasión en el montañoso norte del país. En la parte sur, dónde abundaban las grandes ciudades industriales, aparecen las "sociedades patrióticas" de tipo comunista que organizan la resistencia urbana contra los japoneses.

En 1945, al mismo tiempo que Japón es derrotado por las potencias aliadas, los coreanos expulsan sin ayuda de nadie a los nipones de su tierra. Inmediatamente aparecen Comités Populares por todo el país, organizados por los propios habitantes de Corea.

A partir de esos Comités Populares se proclama la República Popular de Corea en Agosto de 1945. Sería el primer Estado de la historia fundado por voluntad y obra de los ciudadanos coreanos.

El gobierno provisional se lanza a la quimérica tarea de eliminar la destrucción política, económica y social producida por cuarenta años de ocupación: los colaboracionistas son detenidos, se socializa la economía, se distribuyen las tierras entre los campesinos, se inicia un ambicioso plan para alfabetizar a la población.

Pero el sueño de los coreanos de construir una patria próspera e independiente es rápidamente truncado: en Septiembre de 1945 desembarcan en el sur de la nación las tropas estadounidenses, que establecen de forma unilateral el paralelo 38 como límite de su zona de ocupación. Los soviéticos aceptan ese límite a regañadientes, poniendo dos condiciones:

1) Que los Ejércitos soviético y norteamericano se retiren de Corea y se celebren elecciones libres en 1948. Los norteamericanos aceptarán sobre el papel pero, en la práctica, pondrán todo tipo de impedimentos para que se produzan esas elecciones. Nunca llegarán a realizarse.

2) Que el Ejército Rojo pueda ocupar el norte de Japón, incluyendo Hokkaido. Los norteamericanos se niegan.

Los tres años que siguen a la entrada de los norteamericanos en Corea del Sur son un periodo de gran represión: todos los que colaboran o simpatizan con la ya muerta República Popular de Corea son ajusticiados, los comunistas son asesinados y la campañas de alfabetización se paran, así como los procesos de repartición de tierras y socialización de la economía. Los norteamericanos cuentan para este retroceso reaccionario con la inestimable ayuda de los mismos coreanos que habían colaboraron con los japoneses: aristócratas, latifundistas, elementos religiosos...

Llega 1948 y las tropas soviéticas se retiran de la parte norte tal y como se había pactado. Los norteamericanos aún siguen en Corea del Sur a día de hoy: tienen bases militares y, según se dice, armas atómicas. Mientras el gobierno del norte sigue una línea independiente, el régimen del sur es aún un mero estado títere de los EEUU.

No les fue fácil a los norteamericanos borrar el término "República Popular de Corea" de la mente de los surcoreanos: necesitaron para ello dictaduras fascistas que estuvieron instaladas en Corea del Sur con apoyo norteamericano durante varias décadas. Ninguna organización comunista quedó en pie y miles de surcoreanos perecieron.

La República Popular de Corea es un suceso histórico que hace mucho daño a los capitalistas de todo el mundo, pero especialmente a los norteamericanos, pues desmonta su teoría de que Corea del Norte fue fundada como estado títere de la Unión Soviética mientras Corea del Sur era "territorio liberado". Todo lo contrario: los coreanos se organizaron y fundaron su propio Estado (la RPC), y éste fue aplastado, destrozado y relegado al eterno olvido en la parte sur con mucha sangre de por medio.

Hoy más que nunca, debemos recordar que los Estados Unidos son una fuerza invasora en Corea del Sur (vista con malos ojos por muchos surcoreanos, a pesar del fuerte lavado de cerebro realizado durante tantas décadas), país que ha crecido mucho económicamente, pero que mantiene gran dependencia exterior y enormes desigualdades sociales en su seno. Y, por supuesto, una gran represión política, totalmente desconocida en Europa y Estados Unidos. Probablemente porque no sale en los medios de comunicación controlados por la burguesía. Pero por mucho que intenten ocultar, maquillar o tergiversar la historia, jamás podrán cambiar los hechos.

Artículo de D. Merino, miembro de la KFA

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