El Pentágono ha elaborado planes para una intervención militar en Siria. Un ataque militar sería coordinado con Turquía, los Estados del Golfo y las potencias de la OTAN, según informes que reconocen oficialmente por primera vez la existencia de semejantes planes. El plan es descrito como un “estudio interno” por el Comando Central del Pentágono, para permitir que el presidente Barack Obama mantenga la ficción de que la Casa Blanca sigue buscando una solución diplomática.
Esto es considerado vital, ya que es muy probable que la intervención militar sea realizada a través de varios sustitutos de Medio Oriente, a los que EE.UU. y la OTAN apoyarían con poder aéreo. Turquía y los Estados de la Liga Árabe, encabezados por Arabia Saudí y Qatar no quieren ser vistos por lo que son: títeres de EE.UU. La negación en su caso requiere por lo tanto que EE.UU. oculte toda la dimensión de su participación.
En el Financial Times del 6 de febrero, Anne-Marie Slaughter, ex directora de planificación política del Departamento de Estado de EEUU, argumentó a favor de “Algo de tiempo… para la continuación de esfuerzos diplomáticos orientados a cambiar la fidelidad de la clase comerciante suní en Damasco y Alepo”.
Como en el caso de la guerra contra Libia del año pasado, la intervención militar volverá a ser justificada citando la “responsabilidad de proteger” a civiles. Pero su verdadero objetivo es el cambio de régimen para instalar en el poder a un gobierno suní endeudado con Washington, aliado con los Estados del Golfo, y hostil a Irán.
Un funcionario del Departamento de Estado declaró al Daily Telegraph británico que “la comunidad internacional puede verse obligada a ‘militarizar’ la crisis en Siria” y que “el debate en Washington se ha apartado de la diplomacia”.
Jay Carney, secretario de prensa de la Casa Blanca, dijo: “Estamos, por supuesto, considerando la ayuda humanitaria al pueblo sirio, y lo hemos hecho durante un cierto tiempo”.
El Telegraph señaló: “Cualquier plan para suministrar ayuda o establecer una zona tampón involucraría una dimensión militar para proteger convoyes de ayuda o a civiles vulnerables”.
Prominentes personajes políticos estadounidenses también apelan en público al armamento del Ejército Libre Sirio (ELS), una fuerza exclusivamente suní estacionada en Turquía y respaldada y financiada por Ankara, Riad y Doha. Incluyen a Joe Lieberman, John McCain y Lindsey Graham.
El tema fue discutido esta semana directamente en Washington con el ELS, cuyo coordinador logístico, Jeque Zuheir Abassi, tomó parte en una videoconferencia el miércoles con un think-tank de seguridad nacional estadounidense.
EE.UU., Francia, Gran Bretaña y la Liga Árabe ya operan fuera del marco de las Naciones Unidos como coalición de “Amigos de Siria”, a fin de soslayar la oposición de Rusia y China a una intervención al estilo libio.
Se sabe que Qatar y Arabia Saudí están armando al ELS y que tienen sus propias brigadas y asesores en el terreno, como lo hicieron en Libia.
Según el sitio en la web de inteligencia israelí Debka-File, unidades de fuerzas especiales británicas y qataríes ya “operan clandestinamente con fuerzas rebeldes en la ciudad siria de Homs, a solo 162 kilómetros de Damasco… Nuestras fuerzas informan que dos contingentes extranjeros han establecido cuatro centros de operación - en el distrito de Khaldiya al norte de Homs, Bam Amro en el este, y Bab Derib y Rastan al norte. Cada distrito tiene cerca de un cuarto de millón de habitantes.”
Pero los Estados del Golfo no tienen el poder de fuego necesario para derrocar el régimen de Asad. Para eso el protagonista clave es Turquía. Debka-File señala en el informe que la presencia de las tropas británicas y qataríes “fue utilizada por el primer ministro turco Tayyip Erdogan para el nuevo plan que presentó al parlamento en Ankara el martes 7 de febrero. Tratando a los contingentes británicos-qataríes como el primer pie extranjero introducido a través de la puerta siria, su plan se basa en consignar una nueva fuerza turco-árabe hacia Homs a través de esa puerta y bajo la protección de esos contingentes. Más adelante irían a otras ciudades que fueran puntos álgidos.”
Turquía discute públicamente una intervención militar basada en el establecimiento de “refugios” y “corredores de ayuda humanitaria”, y el ministro de Exteriores Ahmet Davutoglu visitará Washington esta semana después de declarar que las puertas de Turquía están abiertas a refugiados sirios.
Escribiendo en New Republic el 9 de febrero, Soner Cagaptay argumenta: “La renuencia de Washington a dirigir una operación podría ser una bendición, dejando espacio para que Turquía tome las riendas… Turquía apoyaría una intervención basada en el aire para proteger refugios designados por la ONU - mientras la misión sea dirigida por una ‘fuerza regional’ compuesta de militares turcos y árabes. Qatar y Arabia Saudí, que financian la oposición, deberían estar contentos al trabajar con su nuevo aliado en Ankara para proteger los refugios; Washington y las potencias europeas podrían entonces respaldar desde lejos la operación, facilitando su éxito.”
El objetivo de aislar Irán se ha convertido en el objetivo declarado de funcionarios estadounidenses e israelíes, respaldados por una campaña mediática que involucra de modo destacado a la prensa ‘liberal’, mezclando el sentimiento anti-iraní con una hipérbole humanitaria que profesa su preocupación por la suerte del pueblo de Siria.
Efraim Halevy, ex consejero de seguridad nacional israelí y director del servicio de espionaje Mossad de 1998 a 2002 escribió en el New York Times del 7 de febrero describiendo a Siria como “el talón de Aquiles de Irán”.
Escribe: “El punto de apoyo de Irán en Siria posibilita que los mullahs en Teherán continúen sus implacables y violentas políticas regionales - y hay que terminar con su presencia… Una vez que esto se logrado, todo el equilibrio de fuerzas en la región experimentaría un cambio radical.”
La contraparte británica del New York Times, The Guardian, confía a Simon Tisdall la tarea de apoyar un semejante sentimiento anti-iraní. Cita favorablemente la ridiculización por Hillary Clinton de las afirmaciones de Asad de intervención extranjera en apoyo de la oposición por ser “Triste…pero plenamente justificada. Más bien, insiste, “la potencia extranjera más activamente involucrada dentro de Siria no es EE.UU. o Gran Bretaña, Francia o Turquía. Tampoco es Rusia, Arabia Saudí ni sus aliados del Golfo. Es Irán - y lucha ferozmente por mantener el status quo.”
Las espantosas consecuencias de una guerra estadounidense contra Siria harían empequeñecer las de su aventura libia. Siria es solo la antecámara de una campaña por el cambio de régimen en Irán y su selección plantea con aún mayor claridad un conflicto con Rusia y posiblemente China.
Moscú envió el mes pasado tres barcos de guerra, incluido un portaaviones, a su única base naval en el Mediterráneo, el puerto sirio de Tartus. Lo hizo después de vetar la resolución de la Liga Árabe respaldada por EE.UU., Francia y el Reino Unido, que debía allanar el camino para la intervención, y de enviar al ministro de Exteriores a Damasco para conversaciones con Asad, el martes, en otra demostración de solidaridad. Lavrov fue acompañado por Mikhail Fradkov, jefe de la Oficina de Inteligencia Exterior de Rusia.
De aún más importancia fueron comentarios hechos el día siguiente por el primer ministro Vladimir Putin, vinculando los esfuerzos por derrocar a Asad con una amenaza occidental directa para la estabilidad de Rusia a través de su apoyo para las protestas de la oposición en ese país. “Un culto de la violencia se ha estado destacando en los asuntos internacionales en la última década”, dijo. “No puede dejar de causar preocupación… y no debemos permitir nada semejante en nuestro país”.
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