A espaldas de la cumbre de la OTAN en Chicago, bajo la mirada de la policía antidisturbios, decenas de soldados marines de los Estados Unidos, veteranos de las guerras en Irak y Afganistán, lanzaron y tiraron sus medallas al mismo tiempo que pedían disculpas por haber participado en la guerra.
Muchos de ellos se animaron a coger el micro y decir lo que sentían: «Tengo sólo una palabra para describir esta guerra global contra el terror, la vergüenza». «Yo tenía que liberar a la gente, pero he liberado solamente los pozos petroleros.» «No hay medallas, ni cintas, ninguna bandera puede ocultar la suma de sufrimiento humano causado por esta guerra.» «Hago este gesto para el pueblo de Irak y Afganistán.» «Por encima de todo, lo siento. Lo siento por todos vosotros. Lo siento…»
También hubo espacio para la crítica que ya se escuchó tras las guerras de Vietnam o Corea: «El ejército está en crisis, los soldados sufren traumas sexuales, estrés postraumático, lesiones cerebrales, y no reciben incluso el trato que merecen y la ayuda que necesitan ellos ahora.»
Los soldados veteranos que protestan afirman que las guerras en Irak y Afganistán se basaron sobre mentiras y por eso estas políticas guerreristas están condenadas al fracaso. Dichas guerras han costado cientos de miles de vidas y miles de millones de dólares que podrían, según los soldados veteranos de guerra, haber servido para financiar escuelas, clínicas y programas sociales en los Estados Unidos.
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