/Pravda Estado español
Una mujer norcoreana, Pak Jong Suk, de 66 años, explicó durante una conferencia de prensa celebrada en el Palacio del Pueblo de la Cultura en Pyongyang el pasado jueves que hace seis años fue engañada para desertar por agentes surcoreanos que se ofrecieron a preparar una reunión con su padre, que marchó al sur durante la guerra de Corea.
“Soy una ingrata que traicionó a la madre patria para buscar una vida mejor mientras otros se consagraban en la construcción de una nación próspera, apretándose el cinturón” dijo Pak, envuelta en un vestido tradicional coreano.
Pak dice que navegó a través del río Tumen desde la ciudad norcoreana de Chongjin hasta China en marzo de 2006, tras habérsele prometido que se reuniría con su padre en la ciudad china de Qingdao. Dijo que esperaba conseguir dinero de él. Tres meses después, tras haber pagado a unos contrabandistas, ella asegura haber sido engañada por la inteligencia surcoreana para subir a un bote que atracó en Corea del Sur.
Pak dijo que su padre estaba inconsciente debido a una operación de cerebro y no habló con ella antes de morir, dos meses después de su llegada. Ella vivió en Corea del Sur antes de volver a Corea del Norte en avión el 25 de mayo de este año, puesto que había quedado desilusionada con su vida en el sur. Dijo que los desertores son pagados por los surcoreanos para que difamen a Corea del Norte.
Ella afirma que vive actualmente en Pyongyang con su hijo, un maestro, y su esposa, quienes aparecieron a su lado en la conferencia de prensa, que fue parcialmente retransmitida por la televisión estatal. “Cuando aterricé, acallando el latido de mi corazón, me chocó mucho la cordial recepción” dijo Pak, revelando su sorpresa al no haber sido tratada duramente a su regreso.
El Ministro de Unificación de Corea del Sur, ante esta noticia, respondió que está "investigando el asunto" y que dará a conocer sus descubrimientos más adelante. No concretó más allá.
No es la primera vez que ocurre
Son muchos los casos de emigrantes que han vuelto a la RPDC, como los centenares que residieron temporalmente en Japón y que decidieron pedir asilo tras la guerra (lo que causó estupor en el Sur), o ciudadanos surcoreanos que pasaron la frontera para refugiarse en el Norte, a pesar de que la propaganda se obsesiona en ocultarlos.
Uno de estos casos es el de Lee In-mo, periodista comunista, fue el preso político que más tiempo ha pasado en la cárcel: 34 años. Sufrió torturas salvajes y un encarcelamiento que le llevó a enfermedades crónicas. Se le acusaba de pertenecer a un partido ilegalizado y de promover la lucha armada contra Corea del Sur. El régimen de Seúl le chantajeó durante 34 años, al igual que a los miles -cifras del New York Times- de presos políticos.
El chantaje consistía en la liberación y el cese de las torturas a cambio de firmar una carta renunciando al comunismo y criticando a Corea del Norte. Lee In-mo, junto a otros, resistió hasta que, con más de 70 años, fue liberado. En 1993, tras su liberación, se trasladó a vivir en Corea del Norte, donde fue recibido como un héroe más de la revolución. Fue internado en un hospital y consiguió recuperarse de la mayoría de dolencias, por lo que fue dado de alta en 1994. Murió en 2007 a los 89 años de edad. A su funeral acudieron miles de personas.
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